Aquí está pintado por completo.
En esta otra foto separo las dos capas blancas de la servilleta para quedarme solo con la capa decorada.
Aquí comenzamos a pegarla al lienzo con un pincel suave (mejor si es más ancho que el de la foto), siempre hacia afuera, para que no queden burbujas de aire.
Lo pego siempre con alkil aguado, con el pincel bien escurrido, para evitar en lo posible que se rompa el papel.
Aquí tenemos pegada la primera parte.
Luego procedemos a pegar la segunda. No pongo foto porque es exactamente lo mismo.
Un truqui que leí no hace mucho en algún blog (vete a saber dónde) y que ahora he llevado a la práctica: cortamos un trozo de una bolsa de plástico blanca (por si despinta, sin colores) y lo ponemos sobre la servilleta recién pegada, procurando que no queden arrugas y, una vez bien lisita, le vamos dando con una esponja, desde el centro hacia afuera, para que quede el mínimo de arrugas.
El plástico es para evitar romper el papel.
Aquí estoy haciendo lo que explicaba más arriba.
Y quitamos con cuidado el plástico cuando hayamos terminado.
Como veis, las arruguitas son mínimas, ha quedado súper bien, o sea, que el truqui funciona.
Luego le fui dando al filo del lienzo que no tapa la servilleta con pintura acrílica dorada, esta vez a golpecitos, hasta cubrirlo todo.
Ahora a secar.
Con un paño suave que no suelte pelusa, untamos el lienzo con la pátina para hacer resaltar las grietas.
En esta ocasión he elegido la pátina a la cera de la marca Kokolo, tono Oro ducado, que viene a ser un color cobre, para que haga juego con el tono de la servilleta.
Luego le damos con la parte del paño que no esté manchada, para quitar el sobrante y que no quede tan oscuro.
Si aún así nos parece que ha quedado muy oscuro, podemos darle con cera incolora procediendo de la misma forma y dejará el trabajo más claro.
Y en estas tres fotos está terminado.
Aquí de "cuerpo entero"... jajaja!!!